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Una mano horrible para una profesión dura

viernes, 26 de marzo de 2010

El poker, un juego cooperativo

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Son pocas las veces que me detengo a ver programas de poker. Es poco lo que se aprende y sólo me hace recordar el lugar a donde nunca llegaré. Sin embargo siempre me preguntaré qué hacen sentados Gus Hansen, Daniel Negreanu, Phil Ivey y demás en una sola mesa. Yo sé que son buenos, muy buenos. Pero jugar con otros buenos? Por millones de dólares? Yo no lo haría, el poker se trata de ser Messi apostando contra escolares en un potrero de suburbio, no de Brasil apostando millones contra Argentina en un mundial.

No hace falta mucho análisis para darse cuenta la cantidad de patrocinios, contratos y publicidades que hacen ellos al sentarse ahí. Además, el rating que ofrece Durr vs Hansen es mucho más alto que el de un semipro de internet con cara de nerd jugando contra peces habituales que encuentra en un club oscuro y humeante de su ciudad. Los libros venderán más y su imagen se disparará.

Esto es un ejemplo de juego cooperativo, más que competiendo se están ayudando ellos mismos, no importa el logo de la gorra que lleven puestos. Un ejemplo más claro lo puede contar el mismisimo Russel crowe, perdón, Nash en http://www.youtube.com/watch?v=OBm2s69HJvc&feature=related (No encontré forma de subir este video aquí mismo, youtube no permite compartirlo). Ahí vemos que a veces la mejor forma de competir es cooperar. Hay muchos ejemplos, como la mayoría de los duopolios, que a pesar de competir agresivamente, también se colaboran para evitar la entrada de un tercero. Pero como no pretendo alargar el post sólo hablaré de lo que nos importaría. Hay un ejemplo obvio en el poker y es cuando en la burbuja de un torneo hay un jugador con minúsculas fichas, los líderes de la mesa no se van a estrellar entre ellos, O sí?

Mas eso a mí qué? Pues a pesar de que realmente compites para quitarle el dinero a medio mundo, dentro de un nivel que pueda ser ganador, lo peor que se puede hacer es juntarse con otros ganadores, no importa qué tan bueno seas. En el universo del poker, y mientras las oportunidadess existan, siempre habrá diversas mesas, variedades y estilos de juego para el cual uno adaptarse. Cuando veo mesas de Heads Up, me sorprendo cómo hay dos jugadores abriendo cada uno 4 mesas esperando algún rival, sin jugar entre ellos. Ah claro, para qué se matan entre ellos si pueden entrar otros pececitos como yo a jugar con ellos. Está comprobado, los verdaderos ganadores son los que saben escoger la mesa, al día y la hora adecuada. Pros hay por todo lado pero nunca alcanzarán abarcar todo. Pienso que siempre se deja un espacio para todos.

De mi parte como hasta los 20 siempre me gustó la más bonita, la que todos deseaban, la perfecta y, cómo no, perdí todas las batallas. Dejé pasar muchas oportunidades, el mejor momento de la vida, por perseguir lo que no se podía. Bueno, no voy a aburrirlos con mis experiencias amorosas, también hubo muy buenas, cuando me di cuenta que había que bailar con la normalita, la vecina, la posible. Entonces, cuando leo sobre el afán de subir de nivel, apostar alto en Full Tilt Poker, jugar en el Ivey room, disputar en el Bellagio, jugar con Antonius, Sklansky y bla bla, sólo pienso, gracias pero prefiero bailar con la más fea. Brunson y compañía tendrán su negocio (y aclaro que son muy buenos, por algo están allá), yo tengo el mío.

No digo que no haya que mejorar, pero el poker se trata de ganar dinero, de nada más, por lo que las mesas más rentables son las de los malos. Por supuesto que hay que estudiar mucho para el caso en que se sienten a la mesa grandes jugadores y no se pueda hacer nada más que competir, pero siempre preferiré la rentabilidad que me ofrece el anciano pensionado que quiere divertirse en los casinos. Sin pisar la manguera de otro bombero.

Frase gastada pero cierta, las mujeres con el que escoge y el hombre con la que puede.


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